sábado, 21 de mayo de 2016

Lo forestal en El Quijote

Me vais a tachar de oportunista, lo sé, y alguna/o me dejaréis de seguir tras esta inconfesable confesión: no me he leído El Quijote. Bueno, lo típico del instituto de los comentarios de texto y todo eso, pero leer de cabo a rabo al ilustre clásico mundial, nunca...esto no podía quedar así. Con la excusa del 400 aniversario cervantino y que a mi hija se lo están metiendo hasta en las mates del cole, he decido leerlo con la visión "madura" (por no decir "viejuna") que se supone permita sacarle el meollo que los expertos atribuyen a esta novela universal. He de decir que estoy en ello y he decido compartir con vosotros/as los pasajes con referencias forestales que me están gustando. Mucho se ha escrito sobre los paisajes, la ciencia y la botánica del Quijote, pero no he encontrado nada sobre "lo forestal en El Quijote". Sin pretender hacer un ensayo de la cuestión, estas entradas serán como una lectura en diferido, sin dejar demasiado tiempo a la reflexión y dejándome llevar por las andanzas y comentarios de sus protagonistas. Leed y disfrutad.

Fuente


"Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos,y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar ni quién fuese juzgado. Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señera, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propria voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasaje, y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero. Que aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mí posible, os agradezca la vuestra"


En: CAPÍTULO XI "De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros"

Palabras clave forestales (por orden de aparición en el texto): encinas, claras fuentes y corrientes ríos, quiebras de las peñas, huecos de los árboles, abejas, alcornoques, cortezas, estacas, inclemencias del cielo, hojas verdes, cabreros

Disciplinas forestales a las que (sin ser su intención) Don Quijote hace referencia: botánica, hidrología, topografía, meteorologíaaprovechamientos forestales maderables y no maderables (frutos, apicultura, corcho), pascicultura (considera a los cabreros como un símbolo de la vuelta a lo natural en contraposición a la agricultura)


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